Pensar es más interesante que saber, pero menos interesante que mirar.
Johann Wolfgang Goethe

martes, 11 de enero de 2011

Carta de Amor - Denise Dresser



Lunes 10 de enero de 2011

Carta de amor

Días de cinismo. Días de desasosiego. Días de desconsuelo. Días de sentir, como lo escribiera Shakespeare en Enrique VI, que sopla un mal viento que a nadie beneficia. Así se siente vivir en México a principios del 2011. Así se siente contemplar la violencia y a los violentos, los asesinatos y a los asesinados, el resurgimiento del PRI y al encopetado que lo encabeza. La atmósfera prevaleciente es escéptica, dura, socarrona o incluso resignada. Y usted, lector o lectora, se preguntará si tiene algún sentido hablar desde ese músculo terco que es el corazón y mantener la esperanza cuando muchos han intercambiado el optimismo por la amargura, el ánimo por la desesperación, la fe por el pesado fardo de la desesperanza. Parecería que una densa neblina de miedo e incertidumbre se ha posado sobre el país y hace difícil distinguir el blanco del negro, el bien del mal, lo correcto de aquello que no lo es.


Y de allí la importancia, advertida por Boris Pasternak, de retomar nuestros deberes ante el infortunio: creer y actuar. De reflexionar aunque solo sea un momento en las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las palabras que capturan sus creencias más fundamentales? ¿Puede nombrar un principio que guía su vida? ¿Cuál es la verdad descubierta que lo sigue alentando? Si se preguntara "¿en qué creo?", ¿cuál sería su respuesta? Planteo estas interrogantes con la idea -como lo hizo National Public Radio en Estados Unidos- de reunir ideas para escribir una especie de himno nacional, una celebración de la multiplicidad, una cartografía de nuestras convicciones colectivas, una carta de amor al país que llevamos debajo de la piel. Una forma de trascender lo que nos divide para recolectar aquello que nos une a pesar de las preferencias políticas, los prejuicios, el género, la edad, el camino andado.


Se trata de decir yo creo en México. Creo en la poesía de Efraín Huerta. En los hombres del alba y las mil voces descompuestas por el frío y el hambre. Creo en el país bello como camelia y triste como lágrima. En la ronca miseria y la gris melancolía. Amplio, rojizo, cariñoso, país mío. Lugar de ríos y lagos y campos enfermos de amapolas y montañas erizadas de espinas. Yo pienso en el futuro nuestro, en la espiga, en el grano de trigo, en el ancho corazón mexicano de piedra y aire.


Mi gran país, un criadero de claras fortalezas. La valentía de Carmen Aristegui. El compromiso de Lydia Cacho. La memoria de Germán Dehesa. La buena huella de Carlos Monsiváis. La inteligencia de Lorenzo Meyer. El tesón de Sergio Aguayo. La generosidad de Consuelo Sáizar. La amistad de Rossana Fuentes Berain. La visión de Manuel Arango. El compromiso de Marta Lamas. País duradero entre penas y esperanzas carcomidas, gracias a esos mexicanos de alto cielo con vida que nos dan luz y sustento. Mexicanos que son acero y alma y alimento diario.


Yo creo en el patriotismo, en la justicia social, en la creatividad, en la participación, en el servicio, en los derechos individuales, en lo que mira más allá de las fronteras de los hombres varados, cínicos, fríos, con ojos de tezontle y granito. Yo creo en el amplio país donde caben los homosexuales y los católicos y las madres solteras y los rezos privados y la laicidad pública y los que creen en Dios y los que dudan de su existencia. A ratos, triste país donde la cobardía y el crimen son pan diario y a pesar de eso lo quiero. México negro, colérico, cruel y a las vez tibio, dulce, valiente porque en sus calles viven hombres y mujeres de buena voluntad.


Yo creo en México. En el país de rosas o geranio, claveles o palomas, manos o pies, panistas o perredistas, derechas o izquierdas, saludos de victoria o puños retadores. Porque el Corán enseña que Dios nos creó de una pareja única y nos moldeó en naciones y tribus para que pudiéramos conocernos, no para que pudiéramos odiarnos. Porque debajo de los ojos de fuego y los chorros de insultos y la brutal tarea de pisar mariposas y sombras y cadáveres, hay lo que nos pertenece. Lo que vierte alegría y hace florecer júbilos. Las limpias decisiones de tantos mexicanos que saltan, paralizando el ruido mediocre de las calles, dando voces de alerta. De esperanza. De progreso. Voces para pelear contra el miedo, contra la corrupción, contra la impunidad, contra el abuso, contra el ejercicio arbitrario del poder, contra el río de fatigas.


Te declaro mi amor, magnífico país. Ojalá otros, muchos, lo hagan también. Lancen al aire o plasmen en una hoja de papel o envíen a denise.dresser@mexicanista.com aquello que aprecian de México. Esta patria, vidrio molido, patria navaja, patria rabiosa, patria melancólica, patria abandonada. Pero patria al fin. A ti te mando un corazón derretido, un torpe arrebato de ternura, una lámpara tenue frente a mis ojos, unas ganas inefables de seguir luchando afanosamente para que el alba sea alba y México pueda ser lo que me imagino. Porque como dice mi amiga la chef Martha Ortiz Chapa, y lo repito todos los días al usar las palabras como espada desenvainada: siempre me gustó ser mexicana; siempre me gustó ser mexicana.

lunes, 10 de enero de 2011

¿Quién es Julian Assange, el creador de Wikileaks?

AFP / Julian Assange, creador de Wikileaks

Por: RCN La Radio

Julian Assange es el creador del portal de Internet Wikileaks, encargado de sacar a la luz pública documentos confidenciales relacionados con la inteligencia militar de Estados Unidos y de otros países armamentistas.

Tiene 39 años, es australiano, se llama Julian Assange y es el fundador de Wikileaks, un sitio de internet con el que tiene en jaque a Estados Unidos: allí están a la luz pública sus más valiosos secretos de las guerras de Irak y Afganistán. Además, el pasado domingo 28 de noviembre en su site se comenzaron a publicar los cables diplomáticos emitidos por la embajada de E.U. (más información aquí). Todos los medios del planeta hablan de Assange, pero, ¿quién es en realidad el ahora más influyente periodista del mundo?, ¿no le da susto semejante reto?, ¿dónde duerme?, ¿por qué lo hace? La Revista GENTE Colombia se los cuenta en este perfil (artículo publicado en la edición de noviembre de 2010, en circulación)

El 12 de julio del 2007 durante una mañana soleada, un helicóptero norteamericano abrió fuego contra unas personas que caminaban tranquilas por una céntrica calle de Bagdad. El piloto se reía mientras relataba a través del radio su hazaña: “¡Vaya. Les di! Ja ja ja”. En ese ataque murieron 18 civiles, dos de ellos empleados de la agencia de noticias Reuters, y fueron gravemente heridos dos niños. Ciudadanos que trataron de auxiliar a los heridos también fueron acribillados con balas de 30 milímetros disparadas desde la nave. El alto mando estadounidense ocultó esta matanza hasta que Julian Assange la reveló en el sitio de internet Wikileaks.

Assange es el activista de moda en el mundo. Sus hazañas son monumentales: volteó el curso de las elecciones en Kenia; desenmascaró la cienciología; cambió la legislación sobre libertad de prensa en Islandia; destapó la verdad de los presos políticos en Guantánamo y reveló las operaciones corruptas de la banca europea. Pero la proeza que le dio fama global fue la publicación de 90 mil documentos secretos sobre la guerra norteamericana en Afganistán, en julio de este año, más la revelación, hace unas semanas en Wikileaks de 400 mil documentos sobre la guerra en Irak. Con esto Assange agregó a su ya notable lista de enemigos, a Estados Unidos.

¿Quién es este hombre pálido y desgarbado, que sin empuñar jamás un arma puso en jaque a la superpotencia? ¿Por qué un joven de inteligencia sobresaliente y prometedor futuro en la academia o la industria informática, lo abandonó todo y emprendió una quijotesca campaña contra la maldad? Brillante estudiante de física y matemáticas, y destacado hacker, Julian Assange es un australiano de 39 años que desde su adolescencia escogió el camino que hoy sigue con una serenidad y fortaleza que asombran: un periodista activista, como él mismo se define, militante furibundo de la “transparencia radical”. Su obsesión es revelar las verdades ocultas, publicar documentos clasificados que esconden toda clase de infamias, y poner al desnudo las atrocidades de los poderosos y de los criminales. Assange asumió con mesianismo su paso por este mundo.

Debido a las constantes amenazas de muerte que recibe y a la larga y pasmosa lista de enemigos –entre los que se destacan carteles de la mafia, las agencias de seguridad de varias naciones, entre ellas las estadounidenses y la banca internacional–, Assange lleva una vida errante y semiclandestina. Pocos conocen su paradero exacto, casi nadie sabe el lugar en donde dormirá esta noche y crece a diario el número de países que se niegan a recibirlo. Su madre cuenta desde Australia que su hijo está perdiendo el cabello debido a la vida azarosa que lleva, combatiendo a los imperios más poderosos de la Tierra.

El hombre de las 37 escuelas

Sin embargo, no se trata de un estereotipado personaje de leyenda. No mira al infinito cuando habla, ni proclama ideas políticas complejas o revolucionarias. Y parece manejar muy bien el enorme peso que lleva a cuestas, pues se presenta puntual a las conferencias internacionales y aparece en televisión en un tono tranquilo y lúcido, que hace olvidar al público lo que le espera una vez salga del estudio y vuelva a la oscuridad de la vida subrepticia. “Los hombres generosos no crean víctimas, sino que cuidan de ellas”, responde cuando le preguntaron por qué hace lo que hace. “Vigilar a los criminales es una forma de proteger a las víctimas”.

Nació en Townsville, Australia, en 1971, y debido al trabajo de sus padres en la industria cinematográfica, llevó de niño una vida tan errabunda como ahora; él mismo afirma que pasó por 37 escuelas y vivió a los 9 años la aventura de fugarse junto con su madre y hermano, de una secta religiosa en la que habían caído prisioneros por culpa de su padrastro. Después vendría la adolescencia y con ella su faceta geek. Julian se enamoró de la tecnología y con esfuerzo autodidacta dominó las complejidades de la programación. Fue el hacker más connotado de Australia y tuvo su bautizo de fuego con la penetración de los sistemas de una empresa telefónica, hazaña por la que pagó algunos días de cárcel, como todo hacker que se respete. “Desde que la mafia rusa se dedicó a saquear las cuentas bancarias de las abuelitas, la palabra hacker ya no suena agradable como en el pasado”, explica cuando pide que no lo califiquen con tal denominación. Como era de esperarse por sus ideas libertarias, Assange es un partidario declarado de Linux y del software libre y contribuyó a la comunidad de desarrolladores con varias piezas de software, entre las que se destaca Stoiber, el primer programa gratuito para escanear puertos, escrito en 1995. Dos años después ayudó a desarrollar un programa de criptografía para que los activistas de derechos humanos protejan su información con mayor seguridad.

“Me gusta aplastar bastardos”

Asombra en quienes le conocen la rara combinación del periodismo y la tecnología en una única pasión: revelar la verdad, según él mismo lo explica. Pasión que lo llevó a abandonar los estudios de física en la Universidad de Melbourne, para fundar en el 2006, el proyecto Wikileaks, para que cualquier ciudadano del planeta pudiera poner allí documentos secretos del tema que fuera. La idea original era que la gente publicara directamente (de allí el nombre wiki, como en wikipedia), pero hoy un equipo de casi 800 periodistas voluntarios revisa minuciosamente cada documento que es recibido, para verificar su autenticidad. Como periodista, Julian Assange es objeto de polémica; para algunos, Wikileaks es una revolución en el periodismo mundial. Allí se han publicado en cuatro años más documentos secretos que en la historia del periodismo, lo cual –en palabras de Assange– indica la pobre tarea que los medios están haciendo. El rigor de Wikileaks es reconocido; la verificación de un documento se realiza enviando periodistas al país de origen para investigar los detalles y corroborar los datos, todo gracias al aporte financiero de varias fundaciones. Pero muchos editores de grandes medios en el mundo tildan a Assange de irresponsable porque al revelar nombres de personajes involucrados en documentos clasificados, pone en riesgo la vida de muchas personas. De hecho, tal fue la acusación de Estados Unidos en su contra, cuando publicó los secretos militares en Afganistán, en donde hay nombres e imágenes de personal militar de la potencia en la región de conflicto.

Assange despierta amores y odios. Se dice que el Pentágono creó un grupo especial de 120 agentes de inteligencia que tendrían la misión de neutralizarlo. “Si Wikileaks no hace lo correcto por los medios legales, utilizaremos cualquier medio”, dijo el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, cuando exigió a Assange que devolviera los documentos militares en su poder. Nada de eso parece asustar a este hombre, obsesionado con liberar el acceso público a la información y traer a la luz las verdades escondidas. “Me gusta aplastar bastardos”, dice. Y, hasta ahora, no existe poder alguno que se lo impida.