Vínculo: http://mauriciomeschoulam.tumblr.com/
______
Especial de aniversario del 9/11: Terrorismo, psicología y geopolítica. Parte I
Gutierrez
Vivó había iniciado una cobertura especial. Yo salía de impartir clase
de 7 y no me había enterado de nada. Recuerdo no estar comprendiendo lo
que pasaba, cambiar de estación y escuchar a Ciro di Costanzo decir:
“Tiene que ser una organización con la infraestructura de Al Qaeda. No
cualquiera puede llevar a cabo un atentado de este tamaño”. Regresé a
Gutierrez Vivó y fui paulatinamente abriendo los ojos. Don José narraba,
palmo a palmo, cómo la primera de las torres se desplomaba. Decidí
desviarme a casa (primer cambio de conducta). Desperté a mi esposa
(segundo). Empezó a llorar. Sentí una necesidad de buscar, abrazar y
proteger a mi beba de 1 año y medio. En ese momento no lo sabía, pero en
cientos de miles de hogares del planeta sucedía exactamente lo mismo
que en el mío. “America at war” titulaban los noticiarios el programa
que desesperadamente encendí. ¿Era en verdad una guerra? ¿Quién contra
quién? ¿Dónde estaba ubicado el enemigo como para lanzarle todo el
poderío militar de la máxima potencia del planeta? Los locutores no
sabían contestar nada de eso. Por la tarde, cuando Bush emitió su primer
discurso (que yo esperaba algo más cercano al de Churchill antes de la
Segunda Guerra Mundial), me di cuenta de que tampoco comprendía lo que
sucedía con certeza, ni sabría diseñar las respuestas adecuadas. Nadie
entendía nada.
Han sido tantas las implicaciones de un
evento como el de aquél 9/11, que es preciso ordenar un poco la cabeza,
incluso 10 años después, y los múltiples ángulos para abordarlo. En esta
edición especial, intento cubrir en tres partes solo algunos de estos
aspectos, consciente de que existen más:
1) El papel del evento en la Historia. El
largo plazo. Del bipolarismo de la Guerra Fría al unipolarismo
Clintoniano; y de ahí al declive relativo de los Estados Unidos como
potencia hegemónica global.
2) El terrorismo como manifestación en su expresión extrema. La psicología social y sus efectos masivos.
3) El impacto de los ataques en la política
exterior estadounidense: en la búsqueda de un enemigo con cara.
Neoconservadurismo y El Eje del Mal.
4) La política interna, las libertades civiles, el Patriot Act y la seguridad de casa.
5) El impacto en las finanzas internacionales: déficit fiscal, deuda y oro al alza.
6) De Al-Qaeda 2001 a Al Qaeda versión 2.0: el terrorismo que persiste
La Historia y la Longue Durée
Ugo Pipitone, uno de esos profesores que
nunca se olvidan, decía que hay momentos en que la historia se hace.
Podríamos decir por contraparte que la historia está en permanente
dinámica, pero sería no entender el sentido de lo que mi maestro quería
expresarnos. El 11 de septiembre del 2001, la historia se estaba
haciendo. No por las buenas.
Cuando se pretende argumentar la teoría de la
conspiración y la supuesta participación de actores estadounidenses en
los atentados del 11 de septiembre, este es el renglón en el que estos
argumentos dejan de sostenerse. A partir de esa fecha, la potencia
hegemónica que era Estados Unidos acelerará su declive en un proceso de
largo plazo que de hecho no ha terminado.
Si el mundo bipolar de la Guerra Fría cedió
su paso a un interludio sustancialmente unipolar durante la era de
Clinton, los atentados terroristas mostrarán al planeta que la hegemonía
de la máxima potencia no podría perdurar eternamente. Aquél mundo en el
que el poder norteamericano era casi absoluto, y su capacidad de
influenciar actores y hacer que los eventos sucedieran como ellos lo
deseaban, llegaba a su fin. No solamente habían sido atacados en su
propio territorio, sino que su gobierno se encontraba incapaz de ejercer
una represalia coherente y recuperar la seguridad extraviada.
El largo plazo operaba en contra de la
potencia. Immanuel Wallernstein, por ejemplo, sostiene que la última
guerra que Estados Unidos ganó contundentemente fue la Segunda Guerra
Mundial. A partir de entonces, el mayor ejército del planeta parecía
incapaz de defenderse. Quizás en parte, las incursiones que sucedieron a
los ataques del 9/11 intentaban mostrar no solo al pueblo
estadounidense sino al mundo entero que Estados Unidos como potencia
militar permanecía vivo y fuerte. Sin embargo, la falta de eficacia en
cuanto a encontrar y detener al enemigo más importante: Bin Laden, y el
fracaso en el que se convertirían las aventuras militares de Afganistán e
Irak mostraron que no bastaba ejercer el presupuesto militar más
importante del planeta si ello no se traducía en un mensaje de poder
efectivo. Las arcas, al mismo tiempo, se iban vaciando. Las
interminables guerras costaban dinero que cada vez faltaba más y el
costo se trasladó a casa. Actores de menor tamaño, como Irán lo supieron
leer a la perfección. Comprendiendo que EEUU no tenía ni la capacidad
ni la posibilidad de lanzarse a una nueva empresa militar (cuando las
otras dos no habían llegado a buen fin), desafiaron sin descanso los
designios del gigante. Efectuaron los cálculos precisos y se dieron
cuenta de que el mundo pasaba a una realidad en la que no uno, sino
varios polos medios y regionales tenían en determinados momentos mayor
peso y poder de influencia que la potencia global. El terrorismo no
terminaba. Más ataques mostraban al planeta que un enemigo etéreo no se
liquida con aviones y tanques.
La historia se movió, en efecto el 11 de
septiembre del 2001. Pero no a favor del poder estadounidense. Para
ellos, la gloria de otros tiempos formaría solo parte de los recuerdos.
El terrorismo y la psicología social
Si algo dejó claro el 9/11 es que el
terrorismo conlleva mucho más impactos de los que imaginamos. Y que ni
las ciencias militares ni las políticas podían entender por sí solas un
fenómeno tan complejo. Se había desatado una guerra, efectivamente. Pero
era esencialmente psicológica, no militar. No los políticos, sino los
académicos comenzaban a entenderlo. Incorporando decenas de estudios del
pasado en diversos países, nuevos equipos de investigación se dieron a
la tarea de responder las preguntas que en el 2001 todos nos hacíamos:
1) ¿Cómo exactamente opera el terrorismo en
la psique colectiva? ¿Qué mecánicas lo mueven? ¿Cómo podemos
beneficiarnos de conocer estas mecánicas?
2) ¿Qué efectos de corto y de largo plazo
produce en las diversas poblaciones que padecen el trauma primario o el
secundario? ¿Cómo se pueden atender?
3) ¿Qué clase de persona puede ejecutar un
acto tan humanamente atroz como los que entonces atestiguamos? ¿Se puede
hablar de patología en estos casos?
4) ¿Cuáles son los procesos mentales que
pueden llevar a un terrorista a comportarse como tal? ¿Cuáles son las
motivaciones que impulsan el empleo del terrorismo como estrategia?
5) ¿En qué medida influyen el liderazgo y la cultura organizacional?
6) Y sobre todo, ¿cómo se lucha una guerra que tiene lugar no en el campo de batalla material, sino en el mental?
La realidad es que los ataques del 9/11
representaban el terrorismo en su máxima expresión. Pero no porque las
torres gemelas eran derrumbadas y se lograba asesinar a más de 3 mil
personas de un solo golpe (terrible todo ello). Sino porque el mundo
entero estaba atestiguando estos hechos. Sin importar dónde nos
encontrábamos, todos sentíamos ese vacío de seguridad, esa sensación de
desprotección. Si ocurría en Nueva York, entonces podía ocurrir en
cualquier parte. Si caían los aviones de American Airlines, podía caer
cualquier avión, en cualquier país, en cualquier momento. Si las
fronteras de la máxima potencia podían ser de este modo vulneradas,
entonces no había frontera segura en el mundo. Ese día, nuestra zona de
confort había sido alterada en sus raíces. El terrorismo conseguía el
efecto que buscaba: sembrar un pánico masivo como nunca antes se había
visto, en territorios que rebasaban con mucho a la ciudad de los
rascacielos.
Los estudios mostraron varias cosas a lo
largo de los años: a) los síntomas de estrés agudo y post-traumático
asociados a los atentados del 9/11 se encontraban presentes incluso en
sitios muy alejados de los directamente afectados por los actos
violentos; b) los síntomas de estrés se incrementaban en la medida en
que existía mayor contacto con los medios de comunicación (lo que detonó
importantes discusiones al respecto del papel de estos medios); c) el
estrés era contagiado con bastante frecuencia y facilidad; d) la gente
buscaba resiliencia (o recuperación anímica) en su zona de seguridad: su
familia, sus amigos, sus allegados. Lo más importante era terminar con
el shock y retornar cuanto antes a la normalidad. Organizaciones civiles
en ese y otros países lo fueron comprendiendo y se han mantenido diseñando estrategias para ayudar a lograrlo.
Para explicar la conducta del terrorismo, se
intentó sin éxito dibujar un perfil del atacante terrorista (en EEUU y
en muchos otros países). Se buscaron las causas en desórdenes mentales y
enfermedades de la conducta, y no se encontraron. Se tuvieron que
elegir explicaciones alternativas. Se demostró que el terrorismo es
usado muchas veces como estrategia racional. Es decir, a partir de una
selección de opciones, las organizaciones y actores terroristas
encontraban que ésta era lo suficientemente eficaz como para avanzar sus
intereses. En otras ocasiones, opera una desconexión moral: los actores
ejecutan la violencia al margen del bien o del mal. A veces, en cambio,
lo que ocurre es una re-conexión moral, un proceso psicológico en donde
el actor se encuentra completamente convencido de que está actuando por
el bien y que los atacados representan al mal. Otras teorías mostraron
la importancia del liderazgo, las organizaciones, el reclutamiento y el
proceso de adoctrinamiento, y sobre todo el grado de cohesión en su
interior que convierte el acto terrorista en un acto de lealtad para con
el grupo y sus ideales.
La psicología social, también ha buscado
explicar la reacción del Estado víctima ante la necesidad de reafirmar
su poder y mostrar a sus ciudadanos que aún tenía la capacidad de
ejercer la fuerza, la represalia y retornar a su gente eso que habían
perdido, la seguridad. Para lograrlo, EEUU actuó en al menos dos
frentes: el externo y el interno. Estos serán los temas del próximo post
en esta edición especial del 9/11 a diez años. Mañana.
Hoy por Twitter: @maurimm
No hay comentarios:
Publicar un comentario